Muchas veces leemos en los medios que nuestro actual ritmo de vida nos lleva a consumir anualmente 1,2 Planetas Tierra.
Pero, ¿qué hay detrás de ese cálculo?
El concepto de huella ecológica se entiende como la superficie ecológicamente productiva necesaria para producir los recursos que consume un ciudadano, además de la que se necesita para asimilar los residuos que produce, sin tener en cuenta donde se puedan ubicar estas superficies. Es por ello que se relaciona el consumo global, con los recursos globales del planeta, siendo nuestra huella ecológica la cantidad de mundos que hacen falta para soportar nuestro modo de vida insostenible.
¿Qué es la huella ecológica?
La huella ecológica es un indicador muy usado internacionalmente para medir la sostenibilidad, complementando la información que ofrecen otros indicadores habituales como puede ser el Producto Interior Bruto (PIB).
Aunque su cálculo tiene cierta complejidad e incorpora numerosas variables en esencia busca la superficie productiva necesaria para satisfacer los consumos asociados a la alimentación, a los productos forestales, al consumo energético y a la ocupación directa del suelo.
Parece un concepto muy teórico pero podemos calcular nuestra propia huella ecológica como individuos.
Ejemplos de consumo sostenibles y no sostenibles
Ejemplo no sostenible de consumo
Una persona europea que no recicla, que no utiliza energías renovables, que utiliza muchos envases para su alimentación y utiliza el coche como método de transporte tendría una puntuación de 490. Lo que se traduce en que harían falta 3 planetas si la población mundial llevase una media de consumo como la suya.
Ejemplo sostenible de consumo
Si realizamos el cálculo teniendo en cuenta que la persona recicla, que utiliza renovables, que modera el consumo de calefacción y lavavajillas, utiliza transporte público y consume productos frescos y de su región, el resultado es menos de 170. Menos de un planeta Tierra haría falta si la población mundial llevase una media de consumo como la suya.
Podemos ayudarnos de calculadoras que están a nuestra disposición en Internet y que nos pueden dar una orientación de cómo es de sostenible nuestro estilo de vida. ¡Seguro que te sorprendes!
A modo orientativo estas aplicaciones nos piden información agrupada de la siguiente manera:
- Energía: consumo de energía en nuestro hogar por cada tipo de suministro: electricidad, gas, biomasa, etc.
- Agua: consumo y comparación sobre la media. Posibilidades de reutilización de aguas grises.
- Transporte: distancias estimadas recorridas en cada uno de los diferentes medios de transporte que utilizamos anualmente.
- Residuos y materiales: cantidad de basura que generamos en el hogar y cantidad que reciclamos según el tipo de residuo: envases, cartón-papel y vidrio.
Esta sencilla tarea de recopilación nos llevará sin duda a reflexionar sobre si nuestro ritmo de vida es más o menos sostenible. A partir de ahí, seguro que nos podemos poner en marcha para que nuestra presencia en el planeta sea lo más respetuosa posible con él.
Todos podemos aportar nuestro grano de arena, empezando por la energía que consumimos en nuestra casa. Súmate al cambio de la energía solar.